Hola a todos:
Sí, hace mucho, muchísimo tiempo que no escribía. Ideas no han faltado, pero lo que me ha faltado es tiempo e impulso. Hubo algunas noticias que casi me hicieron sentir obligado a decir mi opinión, como el cierre de la revista Rolling Stone en España, pero al final lo dejé correr. La última vez que pasó eso fue con el lanzamiento del vídeo Blackstar de David Bowie, que me dejó completamente maravillado. Y ya veis, al final sí ha sido David Bowie el que ha roto este silencio.
Y es que este blog tiene un nombre que no es del todo exacto. Lo llamé «Exiliado del CBGB» porque cuando fui a Nueva York por primera vez tenía muchas ganas de pasarme por allí. Pero llegué tarde, por apenas unos días, y ya había cerrado definitivamente sus puertas. Y esa es la historia de mi vida. Crecí absorbiendo toda la magia de los grandes artistas del rock y del pop de los 60 y 70, todavía creando obras notables en los 80 y en los primeros 90. Ya no estaban The Beatles, Led Zeppelin o Creedence Clearwater Revival. The Rolling Stones y The Who ya eran (y son) básicamente máquinas de hacer dinero mediante giras y discos que aportaban poco, pero sí brillaban todavía Bruce Springsteen, Queen o… David Bowie.
Nunca he perseguido tanto a un artista y nunca he sentido que un artista me persiguiera tanto a mí. Sus canciones me llegaban y definían mis sentimientos y estados de ánimo. Me inspiraba ver su inquietud, su curiosidad infinita, sus ansias de cambiar como forma de evitar que nadie lo etiquetara a través de sólo una parte de su personalidad. Al final los medios superficiales llegaron a etiquetarlo, tildándolo de camaleón, sin darse cuenta de que su fin no era ser un camaleón, sino expresar su complejidad.
Mi admiración hasta lo más profundo de mi alma no fue instantánea. Al revés, llegó muy poco a poco. Primero con las canciones que oía en la radio en los 80. Ese Let’s Dance, ese Blue Jean, ese Absolute Beginners. También la película Laberinto, por supuesto. Después, ya en los 90, oyendo alguno de sus temas clásicos, pero sin internarme en sus discos. Tuvo que llegar un amigo de la universidad para que me animara a escuchar enteros sus discos de la primera mitad de los 70 (Gracias, Dani). Pero después ya no pude parar y me pasé a la trilogía berlinesa, a Scary Monsters y a lo que estaba haciendo a finales del milenio pasado, donde, sin duda, su genio seguía vivo, pero parecía algo menos afilado. Y al poco llegó Heathen, y su sencillo Slow Burn y me derritió por completo. Hasta ahora. Así que mi amor por la obra y la figura de David Bowie fue una cocción a fuego lento, de esas que producen los resultados más jugosos y los sabores más deliciosos y duraderos.
Y el destino pareció decidir que lo persiguiera. ¿Qué si no indicaba el hecho de que en mi primer viaje a Londres, en 2002, me alojara en casa de una amiga en Brixton? Yo ya sabía que era donde nació y creció, así que cuando llegué a ese barrio, intenté observarlo todo con dos pares ojos, los míos y los de un niño Bowie. Saqué entrada para ir a verlo a Santiago. Visité las zonas que frecuentaba en Manhattan, incluyendo el High Line y el CBGB, donde se dejó ver en los 70, cosa lógica, ya que ese local tenía su carácter, de búsqueda y curiosidad continua.
Pero el destino también pareció decidir que siempre se me eludiera. El infarto que sufrió me quitó la oportunidad de verlo en directo cuando ya contaba las horas. El CBGB cerrado, la calleja zafia en la que se hizo la foto de la portada del Ziggy Stardust convertida en una aséptica vía peatonal con locales chic. He llegado siempre muy tarde, muy tarde.
Y ahora sí que es ya muy tarde.
David Bowie ha muerto y lo ha hecho sin hacerse viejo, como prometió en su tema Never Get Old, del disco Reality. Su espíritu seguía siendo joven e intrépido. Y seguía diciendo y haciendo cosas interesantes, como en su disco, casi casi póstumo, Blackstar. Su última burla a los críticos que trataban de encasillarlo fue destapar su palabrería y despiste. He leído tantas tonterías sobre lo que quería decir con este trabajo, tantas interpretaciones que se han revelado tremendamente desencaminadas… que probablemente él se hubiera reído al leerlas. Una gran desgracia.
Se nos ha muerto el Mayor Tom. Y no pretendo realizar una exégesis de su obra, pero, retrospectivamente, uno diría que cabían pocas dudas sobre su vídeo Blackstar. Él siempre ha sido el Mayor Tom y ha utilizado su figura y su imagen para hablar de él mismo. ¿Cómo no ver que estaba advirtiéndonos de su muerte? Conozco cuatro vídeos en los que aparece el Mayor Tom y en todos Bowie es ese personaje.
El primero, por supuesto, es Space Oddity, cuando nos presentó a su primer y más longevo «alter ego». Pero ojo, el vídeo es el original de 1969, no el que se realizó unos años después, cuando relanzó la canción.
El segundo quizás sea el más conocido, pues es Ashes To Ashes, donde Bowie afirmaba que era un drogadicto. Y efectivamente, Bowie tuvo problemas graves por entonces con la cocaína. En el vídeo salía vestido de astronauta, colgado (nunca mejor dicho) de cables en una escena que bien pudo haber inspirado a Peter Jackson a filmar aquella en la que Frodo estaba enredado en la tela de Ella-Laraña.
El tercero es posiblemente el que haya pasado más desapercibido. Se trata de Slow Burn. Al final del minivídeo aparece Bowie mirando a un astronauta con el casco puesto. Está casi en la misma postura que él. Apenas después aparece una niña, con la que Bowie ha compartido el vídeo, recostada durmiendo junto al astronauta. La niña es la clave, porque dos años antes Bowie había tenido una niña con su mujer Iman. La niña (representación de su hija) está recostada junto a Bowie.
El último, claro, es Blackstar. Ahí se abre la escafandra y se ve una calavera. El Mayor Tom-Bowie está muerto. Una desgracia que ni un vídeo tan maravilloso como perturbador puede mitigar en una mínima parte.
Bowie, ojalá donde estés puedas cantar de nuevo Under Pressure con Freddy Mercury, tocar con Mick Ronson, charlar con tus héroes y seguir aprendiendo y descubriendo maravillas. Ese sería tu paraíso y el paraíso que mereces. Después de todo, dijiste que no sabías adonde irías desde aquí, pero prometiste que no sería aburrido.
Pero, a pesar de que he leído las noticias de tu fallecimiento todo el día y de haber escrito este hilo, no, no me puedo creer que hayas muerto. Me parece mentira. Necesitaré el resto de mi vida para hacerme a la idea. Cuando eso ocurra, me da igual donde estés, quiero acabar mi persecución y dejar de estar exiliado de ti.
Descansa en paz, Ziggy Stardust, Aladdin Sane, Delgado Duque Blanco, Mayor Tom. Descansa en paz, David Bowie. Descansa en paz, David Robert Jones.
Ártabro
P.S. Escucha recomendada: cualquier cosa de Bowie.